1. La virtud ética, un modo de ser de la recta acción
La dianoética se origina y crece principalmente por la enseñanza è tiempo y experiencia; pero la ética procede la costumbre, y ninguna de las virtudes éticas se produce en nosotros por naturaleza: ninguna cosa que exite por naturaleza se modifica por la costumbre.
De todas las disposiciones naturales, adquirimos primero la capacidad y luego ejercemos las actividades. En cambio, adquirimos las virtudes como resultado de actividades anteriores. Así en las ciudades, los legisladores hacen buenos a sus ciudadanos haciéndoles adquirir ciertos hábitos.
Las mismas causas y los mismos medios producen y destruyen toda virtud ( tocando la flauta se hacen tanto buenos como malos flautistas), si no fuera así, no habría necesidad de maestros. Así los modos de ser surgen de las operaciones semejantes. De ahí la necesidad de efectuar cierta clase de actividades, pues los modos de ser siguen las correspondientes diferencias en estas actividades. Adquirir un modo de ser desde la juventud es de importancia total[1].
2. La recta acción y la moderación
Todo lo que se diga de las acciones debe decirse en esquema y no con precisión, pues en lo relativo a las acciones y a la conveniencia no hay nada establecido.
Está en la naturaleza de tales cosas el destruirse por defecto o por exceso, pero se conservan por el término medio.
Pero no sólo su génesis, crecimiento y destrucción proceden de las mismas cosas y por las mismas, sino que las actividades dependerán también de lo mismo.
3. La virtud referida a los placeres y dolores
La virtud moral se relaciona con los placeres y dolores, pues hacemos lo malo a causa del placer, y nos apartamos del bien a causa del dolor. Por ello debemos haber sido educados en cierto modo desde jóvenes para podernos alegrar y dolernos como es debido, pues en esto radica la buena educación. Así, tal o cual virtud tiene a hacer lo que es mejor con respecto al placer y al dolor, y el vicio hace lo contrario[2].
Todo el estudio de la virtud y de la política está en relación con el placer y el dolor, puesto que el que se sirve bien de ellos, será bueno, y el que se sirve mal, malo. è La virtud se refiere a placeres y dolores; que crece por las mismas acciones que la produce y es destrozada si no actúa de la misma manera, y que se ejercita en las mismas cosas que le dieron origen.
4. Naturaleza de las acciones de acuerdo con la virtud
Las acciones se llaman justas y moderadas cuando son tales que un hombre justo y moderado podría realizarlas; y es justo y moderado no el que las hace, sino el que las hace como las hacen los justos y moderados.
5. La virtud como modo de ser
Las cosas que suceden en el alma son tres:
1. Pasiones: apetencia, ira, miedo, etc. Todo lo que va acompañado de placer o dolor. Las virtudes y los vicios no son pasiones, porque no se nos llama buenos o malos por nuestras pasiones, sino por nuestras virtudes y vicios.
2. Facultades: aquellas capacidades en virtud de las cuales se dice que estamos afectados por estas pasiones. Tampoco las virtudes y los vicios son facultades, por que no se nos llama buenos o malos por ser simplemente capaces de sentir las pasiones, ni se nos elogia o censura.
3. Modos de ser: aquello en virtud de lo cual nos comportamos bien o mal respecto de las pasiones. Así pues, las virtudes no son ni pasiones ni facultades, sólo resta[3] que sean modos de ser.
6. Naturaleza del modo de ser
La virtud del hombre será el modo de ser por el cual el hombre se hace bueno y por el cual realiza bien su función propia. Entre los dos extremos existe lo que denomina Aristóteles el término medio: una cosa que dista lo mismo de ambos extremos, y éste es uno y el mismo para todos. En relación con nosotros, al que ni excede ni se queda corto, y éste no es ni uno ni el mismo para todos. Todo conocedor evita el exceso y el defecto, y busca el término medio y lo prefiere; pero no el término medio de la cosa, sino el relativo a nosotros.
La virtud, como la naturaleza, es más exacta y mejor que todo arte, tendrá que tender al término medio. La virtud, entonces, es un término medio, o al menos tiende al medio.
La virtud es un modo de ser selectivo, siendo un término medio relativo a nosotros, determinado por la razón y por aquello por lo que decidiría el hombre prudente: es un medio entre dos vicios. Pero, con respecto a lo mejor y al bien, es un extremo.
No toda acción ni toda pasión admiten el término medio: algunas cuyo nombre solo implica la idea de perversidad, se llaman así por ser malas en sí mismas, no por sus excesos ni por sus defectos. Por tanto, nunca se acierta con ellas, siempre se yerra. No hay problema pues, en si está bien o mal hacerlas. Ni existe término medio del exceso y del defecto, ni exceso y defecto del término medio.
7. Ejemplos de virtudes como término medio entre un exceso y un defecto.
Casos particulares.
Virtudes | Term. Medio | Act. Relacionada | Exceso | Defecto |
Audacia | Valor | Valentía | Temerario | Cobarde |
Plac.y dolores | Moderación | Temperancia | Intemperante | Insensible |
Dar y recibir dinero | Liberalidad | Liberal | Prodigalidad | Tacañería |
Idem (grandes Sumas) | Espledidez | Espléndido | Extravagancia Y vulgaridad | mezquindad |
Honor y deshonor | Magnanimidad | Magnánimo | Vanidad | Pusilanimidad |
Idem (g.s | “ | Ambición | Sin ambición | |
Ira | Apacible | Apacibilidad | Iracundia | Incapaz de ira |
Verdad | Veraz | Veracidad | Fanfarronería | Disimulador |
Diversión | Gracioso | Gracia | Bufonería | Rusticidad |
Agrado | Amable | Amabilidad | Obsequioso adulador | Quisquilloso Desagradable |
La vergüenza no es una virtud, pero se elogia al vergonzoso: el tímido sería la exageración y el desvergonzado el defecto. Así, la indignación como tm. Entre la envidia y la malignidad, sentimientos relativos por lo que les sucede a nuestros prójimos. El que se indigna se aflige por los que prosperan inmerecidamente, el envidioso, por la prosperidad de todos, y el malicioso, se queda tan corto que hasta se alegra.
8. Oposición de virtudes y vicios
Tres son las disposiciones, y de ellas, dos vicios ( defecto y exceso) y una virtud, la del término medio; todas se oponen entre sí de cierta menra; pues las extremas son contrarias a la intermedia y entre sí, y la intermedia es contraria a las extremas. En las pasiones, los modos de ser intermedios son excesivos por lo que respecta a los deficientes, y deficientes, en cuanto a los excesivos. Los extremos rechazan al medio, cada uno hacia el oro extremo.
La oposición entre los extremos es mayor que respecto del medio.
En algunos caos, al medio se opone más el defecto, y en otros el exceso.
1. Una causa procede de la cosa misma, pues por estar más cerca y ser más semejante al medio uno de los extremos, no es éste sino el otro contrario el que preferimos oponer al medio.
2. La otra surge de nosotros mismo, pues aquello a que, en cierto modo, estamos más inclinados por naturaleza parece más contrario al medio; así somos atraídos naturalmente más hacia los placeres, y por eso con más facilidad nos dejamos llegar por el desenfreno que por la austeridad. Por eso llamamos estas cosas más contrarias a las disposiciones: así el desenfreno, que es exceso, es más contrario a la moderación que la austeridad.
9. Reglas para alcanzar el término medio
Es tarea difícil ser bueno, es trabajoso hallar el medio:
1. El que apunta al término medio debe, ante todo, apartarse de lo más opuesto. Así debemos tomar el mal menor.
2. Tomar en consideración aquellas cosas hacia las que somos más inclinados; debemos tirar de nosotros mismos en sentido contrario a lo que nos atrae pues apartándonos lejos del error llegaremos al término medio. En toda ocasión hay que guardarse de lo agradable y del placer, porque no lo juzgamos con imparcialidad.
3. No es censurado el que se desvía del bien un poco, tanto por exceso como por defecto; pero sí lo es el que se desvía mucho, pues no pasas desapercibido. No es fácil determinar mediante la razón los límites de censura para ningún objeto sensible. Eso pertenece al individuo y su criterio reside en la percepción. El modo de ser intermedio es en todas las cosas laudable, pero debemos inclinarnos unas veces hacia el exceso y otras hacia el defecto, ya que así alcanzaremos más fácilmente el término medio y el bien[4].
[1] Aristóteles, como Platón, insiste varias veces en la importancia de la educación para la adquisición de las buenas costumbres.
[2] Se introduce un poco la referencia a Espeusipo y otros platónicos en el ideal ático de la imperturbabilidad, el cual aparece primeramente en los estoicos. “Algunos definen las virtudes como un estado de impasibilidad y serenidad”, dice Aristóteles.
[3] Por eliminación. Claro que podría haber comenzado al contrario, no de lo más primitivo a lo menos, sino a la inversa. Se hubiera visto obligado a definir prima facie la virtud como modo de ser. Es este un razonamiento dirigido y uno de los más flojos argumentos de Aristóteles en lo que llevamos de obra, porque no extrae la conclusión de la descripción de su sustancia o naturaleza, sino por relación negativa con lo que no es.
[4] Es un razonamiento que se parece mucho a una pseudo tautología si tenemos en cuenta el rodeo que ha dado anteriormente y el juego de conceptos que ha empleado.