domingo, 8 de mayo de 2011

"PROBLEMAS DE LA DEFINICIÓN" de Juris G. Draguns

Lectura del ensayo de Juris G. Draguns “Problemas de la definición y comparación de la conducta anormal entre culturas diferentes”.
Devereux (1956) señalo como problema fundamental a la hora de aplicar la psiquiatría fuera del ámbito cultural occidental la distinción entre normal y anormal. Pero la psicopatología comparada no se ha correspondido con el afán de delimitar las culturas afectadas y aquella que se toma como unidad comparativa transcultural.
Ofrece tres soluciones:
La primera: equiparar al máximo a los sujetos de dos o más culturas utilizando varios parámetros sociales y de diagnóstico relevantes, o bien restringiendo la comparación a categoría homogénea de diagnóstico o buscando contrapartida exacta.
Se obvia la definición que es lo normal y lo anormal y se dá por determinado, ya que lo ligado al contexto de lo anormal ha sido ya aplicado, es el criterio del último recurso. Los sujetos son pacientes de centros e instituciones psiquiátricas o miembros de poblaciones clínicas identificadas por instituciones o por profesionales. Se trata de población cautiva sometida a vigilancia y seguimiento.
Ventajas que no compensan las complejidades metodológicas, surgidas principalmente de la indeterminación por falta de una definición clara de los criterios de normalidad y anormalidad. Las diferencias transculturales de los síntomas pueden ser atribuibles a varias fuentes: el paciente, el experto, la situación en la que se hicieron las observaciones y la comunidad en general.
Los estudios comparativos se basan en una definición mínima de anormalidad, predeterminada por consideraciones que llevan a la hospitalización voluntaria o involuntaria. Sin embargo, sólo parte de la población total de individuos perturbados está al cuidado de los profesionales. Por lo que los resultados que se obtengan de las observaciones practicadas en individuos controlados, sólo serán válidos para éstos.
La aplicación del método descansa en la existencia de instituciones, que por otra parte no existen para los estudios transculturales, es decir que los criterios o la falta de ellos de instituciones análogas entre culturas, es posible que sean diferentes, o que en uno existan las instituciones y en el otro no existan.
La segunda solución radica en los estudios de los censos epidemiológicos o psiquiátricos del país o de fuera. Aunque la investigación epidemiológica en psiquiatría tiene como objetivo básico esclarecer los casos de desorden psiquiátrico aún no identificados: el mismo problema, ¿cuál es el limite entre la anormalidad y la anormalidad? En la práctica se suele hacer a voleo, y transculturalmente falta un criterio transculturalmente aceptable y universal de anormalidad, aun partiendo de criterios transculturalmente aceptables, y universales de anormalidad, asumiendo los conceptos de equivalencia psiquiátrica y de los síndromes de diagnóstico, los cuales parecen tener realidad sustantiva y constancia transcultural. Estos estudios son buen ejemplo de uso de criterios máximos, superinclusivos de psicopatología: sobreestiman el desorden psicológico.
La tercera implica la descripción, el análisis clínico e incluso, en algunos estudios, la investigación epidemiológica de pautas culturalmente distintivas de desajustes adaptativos de síndromes ligados a contexto culturales específicos.

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